Ecuatoriano multifacético de 48 años de edad. Migrante. Llegó al país del Norte en la época del Feriado Bancario.
Técnico en sistemas de Aire Acondicionado y Calefacción. Padre. Esposo. Músico. Compositor. Coleccionista.
Vicente Maldonado, es un gualaceño que dejó Ecuador en el 2002, pero no abandonó con la partida de su tierra natal el amor por la composición y música.
Empezó cuando estaba en el colegio con el grupo musical de la institución desde 1987 no ha dejado de lado su pasión. Tocó con el Grupo Cordillera de Gualaceo.
Al migrar a Estados Unidos encontró mayores posibilidades de componer y hacer música. Crecieron cuando logró reunirse con su familia.
“Inculqué a mis hijos el amor a lo propio, a la música ecuatoriana” dice Vicente mientras saca de debajo de un sillón una caja de madera con instrumentos andinos. Se visualiza una zampoña, un rondador, un güiro, una quena y una flauta traversa.
Su casa está ubicada en Bridgeport en la Costa Este de los Estados Unidos. Un pequeño espacio verde al estilo de patio aguarda la entrada principal. Un camión blanco con unas enormes franjas horizontales de color azul y rojo al más puro estilo de las grandes bandas de Rock espera en su garaje.
Es un lugar bastante cómodo y lleno de piezas de colección. Apenas se cruza la blanca puerta principal se observan grandes parlantes y pedestales acomodados a los lados del pequeño pasillo de ingreso.
Bajando las escaleras con dirección al sótano sorprende encontrarse un muy bien adecuado estudio de grabación. Micrófonos, parlantes, consolas, computadoras, instrumentos musicales distribuidos en ese pequeño espacio solo reafirman el amor de este ecuatoriano por la música.
Creó con sus hijos el “Grupo Nibunira”, una banda familiar de migrantes ecuatorianos, que como explica Vicente ha tenido tres facetas musicales: la primera tocando música tradicional de nuestro país. La segunda faceta abarcó música hispanoamericana como pop, rock y fusión, y en la tercera etapa se dedicaron a la interpretación de sus temas propios.
El origen del nombre de la agrupación tiene una particularidad según explica Vicente. “Yo soy un admirador de la flora y fauna de nuestro país, y en nuestros Andes tenemos el raposo, que es un animal pequeño, ligero y astuto. Yo me identifico con este animal. Yo me siento un raposo” dice.
La idea de Vicente fue llamar al grupo “Los raposos”, sin embargo sus hijos discreparon, en especial las mujeres, diciendo que no les gustaría que les llamen las raposas. Ellas sugirieron llamarse “Los búhos” por la particularidad de que esta agrupación es una familia de noctámbulos.
Al no llegar a un acuerdo decidieron llamarse “Nibunira”, haciendo alusión a ni búhos ni raposos. Y así nació este grupo en el 2011. La esencia de los ritmos que ellos han manejado se basan en el Capishca un género ecuatoriano de las regiones de la Sierra.
Para Vicente Maldonado el tratar de vivir solo de la música sería su máxima realización personal, pero reconoce que sería muy difícil porque la industria de la música está completamente monopolizada.
Compone música y letra, adjuntando vivencias no sólo personales sino del resultado de la observación de eventos que suscitan con las personas que son sus allegados. Es el caso de la canción “luna llena” que la creó para su hijo que pasaba por una situación amorosa difícil, señala.
Este músico, compositor es autodidacta. Comenta que ha aprendido a tocar los instrumentos mediante auto enseñanza. Dice que nunca ha tomado clases de guitarra, y todo ha sido por adquisición propia. Esto lo explica con una sonrisa mientras en una de sus guitarras entona las notas de “luna tierna”, que es la canción que está componiendo actualmente.
Él considera que “luna llena” necesitaba una consecución y así surgió “luna tierna”. “Todos cantan a la luna llena, pero nadie a la luna tierna, por eso creí que esto puede ser diferente” dice mientras abre su programa editor de audios.
Sus instrumentos los obtiene de los países donde se originaron. Por ejemplo su rondador lo compró en Ecuador, la zampoña en Bolivia, el güiro en Puerto Rico, y la flauta traversa que él considera es el instrumento base de la música ecuatoriana lo elaboró con sus propias manos, cortando una caña de bambú haciéndole agujeros y logrando la afinación adecuada. Fueron entre tres y cuatro horas de trabajo.
Se declara un gran admirador de la cultura boliviana, de la música y las enseñanzas que ha podido adquirir de ellos. “Toqué con un grupo boliviano en Queens, y de ellos tomé el amor por lo propio, por lo nuestro” señala. Agrega además que tiene conocimientos musicales como estudios de partituras, y el uso de los instrumentos específicos en cada género.
Vicente ama el arte, pero dice que lo mejor es poder compartir sus aprendizsajes, por ello hasta el año pasado fue profesor de música voluntario en el programa “Escuela Mi País” impulsado en ese entonces por el Consulado Ecuatoriano en Connecticcut en la ciudad de New Haven
El multifacético Vicente y su grupo “Nibunira” iniciaron presentándose en bares, fiestas, y eventos pequeños. Entre sus participaciones más recordadas están las que han tenido en los desfiles ecuatorianos organizados cada 10 de agosto por los migrantes en algunas ciudades de Estados Unidos.
Han estado por tres años consecutivos en la carroza del Comité Cívico de Nueva York.
Junto a su chimenea posee una colección de cámaras antiguas y herramientas de periodistas que eran básicos en los años treinta. Máquinas de taquigrafía, cámaras réflex de dos y tres visores, reproductores de cintas, grabadoras de voz de casete del siglo anterior, y dos libros de estampillas que guardan en sus hojas amarillentas piezas de correo norteamericano desde el siglo XIX.
Actualmente está aprendiendo a tocar el violín, y se alegra que la primera canción que logró entonar en este instrumento haya sido el capishca ecuatoriano llamado “chucha karajo” además de otros temas propios de la música tradicional de Ecuador.
Posee un charango que lo considera muy especial. Mientras abre un estuche negro de cuero que tiene junto al saxofón recuerda que, en el 2008 un grupo de amigos bolivianos le regalaron el charango que usó el grupo “Llajtaymanta” en uno de sus conciertos y fue el que usaron para la grabación de la canción “Cárcel de amor”. Para Vicente esto fue simbólico y lo atesora junto a cada uno de sus instrumentos que dice él tienen diferente historia.
Al regresar del sótano y en dirección a la sala de su casa, hay otra gran colección pero completamente ajena a la música pero que de la misma forma llenan de colorido su hogar, una fila de orquídeas multicolores están en un andén junto a la chimenea, son tantas que es casi imposible contarlas, al igual que obviarlas.
Vicente Maldonado, un migrante que vive fuera de Ecuador, pero no Ecuador fuera de él y su familia, difunde la cultura del país del sur a través del arte.
Es un lugar bastante cómodo y lleno de piezas de colección. Apenas se cruza la blanca puerta principal se observan grandes parlantes y pedestales acomodados a los lados del pequeño pasillo de ingreso.
Bajando las escaleras con dirección al sótano sorprende encontrarse un muy bien adecuado estudio de grabación. Micrófonos, parlantes, consolas, computadoras, instrumentos musicales distribuidos en ese pequeño espacio solo reafirman el amor de este ecuatoriano por la música.
Creó con sus hijos el “Grupo Nibunira”, una banda familiar de migrantes ecuatorianos, que como explica Vicente ha tenido tres facetas musicales: la primera tocando música tradicional de nuestro país. La segunda faceta abarcó música hispanoamericana como pop, rock y fusión, y en la tercera etapa se dedicaron a la interpretación de sus temas propios.
Viviana es la vocalista del grupo, es su hija y es la que más apego ha tenido a la música según palabras de su padre. “Ella desde los seis años, empezaba a reunir palabras y hacer creaciones nuevas” dice.
El origen del nombre de la agrupación tiene una particularidad según explica Vicente. “Yo soy un admirador de la flora y fauna de nuestro país, y en nuestros Andes tenemos el raposo, que es un animal pequeño, ligero y astuto. Yo me identifico con este animal. Yo me siento un raposo” dice.
La idea de Vicente fue llamar al grupo “Los raposos”, sin embargo sus hijos discreparon, en especial las mujeres, diciendo que no les gustaría que les llamen las raposas. Ellas sugirieron llamarse “Los búhos” por la particularidad de que esta agrupación es una familia de noctámbulos.
Al no llegar a un acuerdo decidieron llamarse “Nibunira”, haciendo alusión a ni búhos ni raposos. Y así nació este grupo en el 2011. La esencia de los ritmos que ellos han manejado se basan en el Capishca un género ecuatoriano de las regiones de la Sierra.
Para Vicente Maldonado el tratar de vivir solo de la música sería su máxima realización personal, pero reconoce que sería muy difícil porque la industria de la música está completamente monopolizada.
Compone música y letra, adjuntando vivencias no sólo personales sino del resultado de la observación de eventos que suscitan con las personas que son sus allegados. Es el caso de la canción “luna llena” que la creó para su hijo que pasaba por una situación amorosa difícil, señala.
Este músico, compositor es autodidacta. Comenta que ha aprendido a tocar los instrumentos mediante auto enseñanza. Dice que nunca ha tomado clases de guitarra, y todo ha sido por adquisición propia. Esto lo explica con una sonrisa mientras en una de sus guitarras entona las notas de “luna tierna”, que es la canción que está componiendo actualmente.
Él considera que “luna llena” necesitaba una consecución y así surgió “luna tierna”. “Todos cantan a la luna llena, pero nadie a la luna tierna, por eso creí que esto puede ser diferente” dice mientras abre su programa editor de audios.
Sus instrumentos los obtiene de los países donde se originaron. Por ejemplo su rondador lo compró en Ecuador, la zampoña en Bolivia, el güiro en Puerto Rico, y la flauta traversa que él considera es el instrumento base de la música ecuatoriana lo elaboró con sus propias manos, cortando una caña de bambú haciéndole agujeros y logrando la afinación adecuada. Fueron entre tres y cuatro horas de trabajo.
Se declara un gran admirador de la cultura boliviana, de la música y las enseñanzas que ha podido adquirir de ellos. “Toqué con un grupo boliviano en Queens, y de ellos tomé el amor por lo propio, por lo nuestro” señala. Agrega además que tiene conocimientos musicales como estudios de partituras, y el uso de los instrumentos específicos en cada género.
Vicente ama el arte, pero dice que lo mejor es poder compartir sus aprendizsajes, por ello hasta el año pasado fue profesor de música voluntario en el programa “Escuela Mi País” impulsado en ese entonces por el Consulado Ecuatoriano en Connecticcut en la ciudad de New Haven
El multifacético Vicente y su grupo “Nibunira” iniciaron presentándose en bares, fiestas, y eventos pequeños. Entre sus participaciones más recordadas están las que han tenido en los desfiles ecuatorianos organizados cada 10 de agosto por los migrantes en algunas ciudades de Estados Unidos.
Han estado por tres años consecutivos en la carroza del Comité Cívico de Nueva York.
Junto a su chimenea posee una colección de cámaras antiguas y herramientas de periodistas que eran básicos en los años treinta. Máquinas de taquigrafía, cámaras réflex de dos y tres visores, reproductores de cintas, grabadoras de voz de casete del siglo anterior, y dos libros de estampillas que guardan en sus hojas amarillentas piezas de correo norteamericano desde el siglo XIX.
Actualmente está aprendiendo a tocar el violín, y se alegra que la primera canción que logró entonar en este instrumento haya sido el capishca ecuatoriano llamado “chucha karajo” además de otros temas propios de la música tradicional de Ecuador.
Posee un charango que lo considera muy especial. Mientras abre un estuche negro de cuero que tiene junto al saxofón recuerda que, en el 2008 un grupo de amigos bolivianos le regalaron el charango que usó el grupo “Llajtaymanta” en uno de sus conciertos y fue el que usaron para la grabación de la canción “Cárcel de amor”. Para Vicente esto fue simbólico y lo atesora junto a cada uno de sus instrumentos que dice él tienen diferente historia.
Al regresar del sótano y en dirección a la sala de su casa, hay otra gran colección pero completamente ajena a la música pero que de la misma forma llenan de colorido su hogar, una fila de orquídeas multicolores están en un andén junto a la chimenea, son tantas que es casi imposible contarlas, al igual que obviarlas.
Vicente Maldonado, un migrante que vive fuera de Ecuador, pero no Ecuador fuera de él y su familia, difunde la cultura del país del sur a través del arte.
Nibunira en sus inicios. Presentación en Housatonic Community College en Bridgeport Connecticut.