martes, 3 de enero de 2017

“ENTRE LA DELGADEZ, LOS ESPACIOS PÚBLICOS Y LA CLANDESTINIDAD”


El lugar; en alguna ciudad de los Estados Unidos, el ambiente; muy latino, suena salsa, regueton, bachata, merengue, está lleno de gente “hispana”. Toman cerveza, comen tacos, bandejas paisas y hamburguesas. Un poco de todo. Modestas mesas de madera, una pequeña barra llena de comensales y bebedores, un solo refrigerador surtido con todas las marcas de cerveza. A un lado ambiente familiar, y amigable, las luces están encendidas, la gente come, baila, bebe, conversa, del otro lado luces apagadas e iluminación tipo discoteca. No se logra ver mucho. Hasta las 10 pm es restaurante, luego viene la “transformación ”, se convierte exclusivamente en “barra”.

En medio de bailes, risas, música, es media noche, ella pasea con un extraño vestido negro que no combina  con su extremada piel blanca y su rubio oxigenado, sus pestañas están tan largas que pierden sus ojos por completo, sus labios rojizos son muy gruesos, nada en comparación a su delgado cuerpo. Sin saber su nombre, ella será ‘La Flaca’.

Fotografia de Vadim Stain. Ucrania. 1967.

Trae la mirada desubicada, como que sus ojos acapararan todos los puntos del modesto lugar. Mira a la izquierda, a la derecha, voltea. Suena la música, ‘La Flaca’ va y viene, camina sensualmente, encuentra a su víctima o victimario, él de peinado lucido, con mucho gel trae sus cabellos parados cual puerco espín, tiene algo de acné,su piel muy blanca, y una sonrisa de una cuadra de amplitud.(resulta difícil ubicarlo como víctima o victimario ); “La Flaca” se sienta en sus piernas, baila sensual y sexualmente por cinco minutos, se levanta. Él toma su billetera y saca tres billetes de 10$, ella apresuradamente guarda en una pequeña cartera roja y rectangular.

En medio de la delgadez de “La Flaca”, parece que hubiese un halloween atrasado, se pasean dos “gatas” con sus trajes y colas, por allí sale una “conejita”, a la que nadie le pone atención. “La conejita” decide ir por más, se queda solo en ropa interior. Se acerca un gordo y barbudo hombre,  ella empieza con su baile, que duró  dos  minutos, él ve bailar a la rubia de belleza exuberante y de delgadez impactante, cambia “La conejita” por la delgada, son cinco minutos de baile, él  fue más generoso, son $60 de “gratificación”.

“La Flaca” pasa de nuevo, el joven de peinado lleno de gel que le dió $30, la jala y le pide un nuevo baile, ella lo hace, pero ahora a vista de todos, el muchacho con una sonrisa descomunal, levanta el vestido de “La Flaca” dejando ver sus delgadas y blancas nalgas acompañadas de un pantie verde, ella intenta acomodarse su vestimenta, nuevamente a él no le toma mucho esfuerzo, levanta el vestido, introduce su mano entre las huesudas piernas, la manosea, la acaricia; ella retrocede, se pone de pie, son $50 más.

“La Flaca” ya no está para bailar, está muy tomada, tambalea en sus tacones negros, el de peinado de “puerco espín” insiste, ella no quiere más, se va con otro hombre, repite la misma dosis, manos por doquier a cambio de dinero. El primer “afortunado” con los bailes de “La Flaca”, perdió su teléfono, trae nuevamente a la delgada mujer, insiste con otro baile, ella se resiste, ya no quiere. Él le pregunta calmadamente por su teléfono. Ella le ve enojada. Se levanta y se va. Fue cuestión de tres minutos para desdibujar la sonrisa del muy bien peinado joven. No puede reclamar, no hay evidencia.

A la una de la madrugada, llega por la puerta trasera un hombre pequeño, gordo, perdido entre sus ropas anchas, tatuado una lágrima en su mejilla, con un pañuelo en su cabeza, y solo dice “vamonos, tenemos que hacer cuentas”. Se levantan seis chicas, entre ellas las disfrazadas y la delgada de la mirada desubicada, mientras caminan una dice “yo me quedo que enganché”, la respuesta-pregunta del hombre ¿Cuánto?. $100 dice ella.
Ella se fue con un hombre de chaqueta de cuero, las otras cinco se suben  en un carro y se van con dos tipos que escoltan al tatuado. Se vacía el bar-restaurante, los hombres se van, ya no hay quien les baile, pero de seguro unos cuantos se quedaron con la imagen de la delgada de labios rojos, ojos desubicados, y cuerpo tambaleante.